Ya tenía lo primero, la carrera, ahora surgía la siguiente pregunta: ¿Dónde Estudiar?
Bueno, las opciones surgieron, el primer referente mi maestro de derecho, egresado de la Anáhuac y bueno, la verdad no me identifiqué mucho con él y mucho menso con su universidad, y después de recorrer una feria de universidades en la escuela, y en diversos lugares, me iba dando cuenta de lo difícil que es escoger Universidad.
Que fíjate en el plan de estudios, en lo que dura, quien da clases, que materias, que horario, la distancia, el prestigio, el renombre, su egresados, lo que se platicaba del título y demás arañas, bueno y todas se venden diciéndote: ven un día y será abogado para siempre.
Después entendí algo, cuando uno está en una escuela de paga, se considera una buena inversión sí en un tiempo igual al que se estudió la carrera se logra recuperar lo invertido, y bueno a la fecha ahí vamos, además de que te enamoras del derecho el primer día, y serás un gran abogado toda la vida, y así iniciamos la aventura. Desde esa gran ilusión, que día a día se concretiza, aunque sea poco a poco, pero firme.
Así que como estudiaba en una preparatoria lasallista y me agradaba mucho el sistema, pues elegí la Universidad La Salle como primera y única opción.
Mi padre opinó de nuevo y me comentaba que la Universidad Nacional Autónoma de México sería una mejor opción, claro pensando en lo económico y la riqueza cultural, académica, institucional, tradicional e histórica de la Universidad, me pidió que presentará el examen de la UNAM y el de la ULSA, bueno yo accedí, y no cometería la canallada de no estudiar para el de la UNAM, sino que yo mismo investigué el procedimiento y todo.
Así que todo se cerraba en Dos opciones. Bueno a quien estudió conmigo, (un gran honor para mi), sabrá dónde me quede, pero no saben cómo se dio la elección, tal vez sea el próximo año que lo cuente.
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