12 de Julio de 2011
Cuando era niño quería ser bombero. Inspirado en aquellas monografías de oficios y profesiones que mi maestra de 2° de primaria me pedía para recortar. Y varios alzaban la mano: arquitecto, medico, enfermera, albañil, presidente, bolero. Bueno se no hacia gracioso y pensábamos que los trabajos era divertidos y por eso lo haríamos, porque bolearíamos zapatos riéndonos diciendo: jajaj soy un bolero feliz. Poniendo ladrillos diciendo: jo jo que divertido es poner cemento y un ladrillo feliz. Que saldríamos en Televisión cantando o bailando.
Eso como lo dije, era de Niños. No sé en qué momento maduramos, cambiamos o nos perdimos y dejamos de pensar en eso. De repente todo era un poco más serio. Y descubrimos que trabajar era para vivir y el dinero que obtendríamos de eso nos ayudaría de cierta forma.
Primero, quise ser médico, pero después me tope con un pavor y nausea a la sangre que me impedía seguir la lecciones del buen Hipócrates. Después, como me fascinaba mis clases de historia quise ser historiador y antropólogo, aunque no tuviera ni puta idea de que era ser eso, yo creía que era estar en excavaciones con chalequito beige, sobrerin de cazador y descubriendo los huesos de Cuauhtémoc, en fin las visitas al museo de antropología no fueron tan convincentes como para seguir. Luego inspirado un poco por mi padre quise ser ciencio politólogo, y después de exponerle que varios políticos famosos habían estudiado es carrera yo también podría ser exitoso, a lo que él respondió como muchos padres: De eso te morirás de hambre. A bárbaro que aliento y apoyo, así que él mismo me sugirió que estudiara algo más amplio si quería meterme a eso de la grilla y me sugirió Derecho, y no le hice feo, y así fue.
Continuara… Hasta el próximo día del abogado
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