- Sabia virtud de conocer el tiempo.
Me encuentro influenciado por un libro, Momo de Michael Ende, y su visión del tiempo me ha animado a escribir lo presente.
En algún momento de mi vida me obstine y me hice esclavo del tiempo. No podía salir de casa sin mi reloj, y debo mencionar que me agrada mucho la apariencia y maquinaria de estos, tanto que los colecciono y tengo cierta cantidad, tan solo en mi recamara se encuentran funcionando cuatro.
Era tanto mi vicio por tener debidamente cronometrado todo, los segundos para llagar, los minutos para comer y las horas para convivir. Preciso, sin reservas, ni nada, que a mi juicio, me hiciera perder el tiempo. Perder; dejar de tener o extraviar, con la posibilidad de encontrar. Y así andaba yo, y para mi estaba bien.
Un buen día, durante el camino perdí mi reloj de mano. Era tanto mi estrés y desesperación por querer encontrarlo que me olvide dónde estaba, lo que haría y demás. No lo encontré. Cuando me di cuenta de la hora recordé lo que haría, sin embargo el tiempo había pasado y con él la oportunidad. Me lamente mucho, por el hecho y por mi reloj. Así que comencé a vivir sin reloj, la falta de uno me hacía perder la exactitud y simplemente llevarlo al tanteo, salía de mi casa puntual, pero el regreso empezó a variar, como en todo. De lo anterior nació la siguiente reflexión:
¿Qué es el tiempo?, es algo que existe, pero no en materia; es concepto. Lo curioso es que no es físico y, sin embargo, muchos lo quieren poseer y lo aprecian mucho. Pero esto no responde la pregunta. Es el concepto del suceso, del acontecer, periodo o de una época, que se mide en la escala, principalmente, de segundos, minutos, horas, días, meses y años. El diccionario lo define como Magnitud física que permite ordenar la secuencia de los sucesos, estableciendo un pasado, un presente y un futuro. Solo es eso, un lapso que se mide. No hay más. Sin embargo, es más poderosa la mente del hombre de querer dotarlo de poderes y virtudes, de otorgarle un significado y trato más allá del que se debe. ¿Por qué a los centímetros y metros no los adoramos tanto como al tiempo?, tal vez porque la vida no se nos va en ellos. Al transcurrir los días, se nos agota la vida, y la vida se mide al tiempo. Cada año que pasa es mortal, se acerca nuestro fin, nos preguntamos ¿Cuántos años tienes?, cuando la verdadera pregunta sería ¿Cuántos años has tenido?, ya que en sí, nadie sabe la cantidad de años tiene, es decir con cuántos años cuenta para poder vivir, pero si podemos decir cuántos hemos estado aquí.
Cosa curiosa es el tiempo. Cuando, por desgracia, lastimamos a alguien, es imposible retroceder el tiempo, sin embargo se nos otorga tiempo para poder enmendar lo hecho. El tiempo da la suficiencia para prevenir, sin embrago, castiga, con su avance, a quienes se dedican a solo estar al marguen y no aprovechar del él, y cuando quieran, ya no hay mucho que recorrer. El tiempo no perdona. Tal vez podamos engañarlo modificando segundos y minutos, pero su paso es inminente, y tiene efectos, con o sin medición.
Así de justiciero es el tiempo, que en su paso nos recuerda que somos efímeros. No es flexible, no admite cambios, ni retrocesos, es una perfecta maquina echada andar, sin freno, ni fin. Es lo que tenemos. El hombre a ocupado los periodos para la reflexión, cuando según la métrica hemos concluido el ciclo anula hacemos un jubilo, que no solo aumenta el numeral, también invita a pensar sobre lo que hemos hecho en ese espacio. Es algo meramente significativo. Si viviéramos en marte, el día tendría más horas y el año más días ¿y qué cambiaría?, nada en lo absoluto. Como dije, el tiempo sigue sin importar que le midan o le alaban, él hace lo suyo, entonces ¿por qué martirizarnos por él? Como cada año nuevo, que celebramos y festejamos, jurando que será mejor, y demás. Es solo un periodo, los mismos propósitos podrían hacerse en seis meses y cumplirlos. No es por el año, es por el significado que le damos. La admiración de aquellos que dicen que el año se paso rápido, se contesta con una pregunta, es el tiempo que pasa rápido o somos nosotros que queremos ganarle al tiempo y vivimos rápido.
Claro que estoy de acuerdo y concuerdo con que la puntualidad es cuestión de educación. No hablo de eso. Hablo de la obsesión. El decir: No tengo tiempo, es tanto como declarar que no estamos vivos. ¿Tenemos tiempo?, ¿Cuánto tenemos?, el tiempo se aprovecha como viene, y nadie es su dueño, así que si preferimos hacer algo por otra cosa en un periodo, no es por falta de tiempo, porque se pudo haber usado ese tiempo para realizar lo otro, y luego… ¿dónde está la ausencia del tiempo?. No es más que un pretexto, a veces para sentirse superior, el decirlo, pareciera hacer al tiempo algo preciado, que no se puede despilfarrar en algo sin importancia, pero realmente todo lo que nos acótense en la vida nos es trascedente, ya que, de cierta u otra forma, impactar en nuestra vida, leve o fuerte, pero permanecerá.
Hay tiempo, y prueba de esto es haber querido destinar parte de tu tiempo para leer esto. La próxima vez que dejes de hacer cosas por falta de tiempo, piensa sinceramente si es eso o más bien falta de voluntad e interés. El tiempo es tal que existe y está hecho para aprovecharlo. Es una oportunidad de hacer algo, como también lo define el diccionario. Como ven las cosas pueden tener varios significados, cada quien decide como tomarlo.
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