domingo, 4 de septiembre de 2011

Huapango, Bolero y Otros Tangos

                A veces uno se entera de las cosas tarde. Cuando menos lo esperamos abrimos el periódico y leemos entre líneas: “Ayer se realizó el concierto de tu banda favorita en un lugar cerca de tu casa, gratis y convivieron con los fans, tu por tonto y no entérate no fuiste.” Evito a toda costa que eso me ocurra. Así que por eso reviso constantemente todos los lugares de anuncios y las propias páginas y carteleras de mis eventos favoritos.
                Así fue como me enteré que la OFUNAM ofrecería un concierto gratuito en la Casa del Lago, al cual muy complacidamente asistí. Han de saber que me gusta mucho la música de cámara, y sobre todo la mexicana, así que estando en el mes de septiembre aproveche para revisar programas de conciertos y “cazar” al Huapango de José Pablo Moncayo, mismo que encontré contemplado para el evento al que  fui.
                Es muy distinto escuchar una grabación, ver lo en televisión o en internet, pero siempre la ejecución de cualquier melodía llega y se siente más en vivo. Es por eso que hice una lista de bandas, artistas, canciones, arias o melodías, que me gustaría ver y escuchar en vivo, y el Hupango es una de ellas.
                El clima se presto para la ocasión y las impertinencias de Tlaloc evitaron la zona. Se interpretaron varías piezas pero las más importantes fueron: Goyas de Arturo Márquez, Bolero de Maurice Ravel, Huapango de José Pablo Moncayo y Mambo de Eduardo Gamboa.
                Goyas es una obra por encargo de la UNAM al compositor sonorense con motivo de su centenario, que si de por si me tiene enamorado de su Danzón Número 2 (Con un gran repudio de ser abusado por cervecería modelo en patéticos comerciales),  con ésta me hizo acercarme más a su obra completa.
                En el Mambo no puedo negar la holgura de mis cuatro extremidades y la facilidad con la que se mecían al viento de los bongos y trompetas. Escuchar solos de cinco minutos de saxofón, trombón, trompeta y batería invitaban a buscar pareja en la carpa y hacer surcos en la tierra de Chapultepec.  
                El Bolero estaba en mi lista, pero hacia unos años ya lo había liquidada en una asistencia a la sala Nezahualcoyotl, la mejor de América latina y de las más importantes del mundo, sin negar que su encanto, hipnotismo, elegancia, fragancia, erotismo y sensualidad me cautivo como siempre. Esta obra guarda un secreto, el propio Ravel advirtió a los escuchas que se traba de experimento, que no buscaba ser innovador o cambiar el sentido de la música, y que más bien cumplía con el trabajo encargo y solo era una prueba de algo que un buen día se le ocurrió hacer.
                Lo que es cierto es que ni el propio Ravel sabía que había creado una de las obras más grandes e inspiradoras de los tiempos, que su uso, ha sido tan diverso que a la fecha sigue atrayendo gente a las salas de cámara. Existe sin embargo un conflicto; El ritmo. Es penoso contemplar un Bolero lento que aburra y sea tedioso, o escuchar un Bolero que sea tan rápido que desespere y en loquesca. Es difícil encontrar el justo medio, pero cuando este se logra, es por sí mismo encantador y exitante.
                Del Huapango hay que merecidamente hablar ya que por él fui. Resulta un poco costumbrista decir que es el Segundo Himno Nacional de México, lo que no discuto, pero me parece horriblemente costumbrista que se ha vuelto tan ignoradamente conocido, es decir, alguna vez lo escuchaba en la Laptop y una mujer se me acerco diciendo: Es la canción de fiestas patrias. También he escuchado comentarios como: ¿Es la canción que usaban en los comerciales de Corona de antaño no? Bueno, pero escuchar esta pieza y de forma excelsamente ejecutada vale la pena. Esta obra nace de la inspiracion de sones de huasteca en los que se usa arpas, requintos, jaranas y demás instrumentos propios de la región e interlocuidos  por los de copleros que se anuncian, amenazan, contestan y provocan en un, de reversa, en doble y quito sentido, esto se ejemplifico en el dialogo musical y armonioso que sostienen trompeta y trombón, en el cual se debaten sobre una enjambre de notas que hacen y convierten al movimiento en perfecto. Se disfruta aquella pausa de arpa que divide a la obra dándole un toque y carisma que no se compara con otra singular melodía.
                A continuación dejo la ejecución del Huapango, esta máxima obra nacionalista, sin querer serlo. Hay muchas versiones e interpretaciones, muchas muy pobres, esto derivado de su infame vulgarización,  y que rompen con el esquema de la obra, uno creería que por ser músicos mexicano se la deberían saber de memoria, pero ni así, hay quienes la saben tocar. Existía en youtube, una versión de la filarmónica de Berlín dirigida por Placido Domingo, ojala la puedan encontrar vale la pena.


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